miércoles, 29 de abril de 2009

De hombre a hombre

—Abuelo, ¿Cómo se sentía caminar?—. Pregunto el niño mientras se acercaba. El viejo tenía una mirada tibia y perdida en algún punto distante. Como si pudiera ver a través de las paredes de acero de doscientos milímetros.
—Abuelo…
—¡Eh! si, ¿Qué me decías?—. Volviendo del trance.
—Que como era la sensación de caminar. ¿Era algo lindo?
—No era la gran cosa, como todo. Caminar solo era lindo para aquellos a los que le gustaba caminar, a los que no les gustaba les parecía algo feo. Pero en general, caminar, era algo necesario. Todavía recuerdo mi ultimo paso. Fue durante la primavera de mi último año como adolescente, si es que se le puede poner un fin a la adolescencia.
—Papá dice que uno deja de ser adolescente cuando consigue trabajo, pero que lo voy a entender cuando sea más grande. Siempre dicen lo mismo: ”lo entenderás cuñado crezcas”
—Y ahora yo te pregunto—. Dijo el abuelo con una sonrisita elocuente —¿Qué se siente respirar?
Al principio el niño sonrió, pero realmente era una mirada de asombro. No podía decirse que debido a su edad no tenía capacidad de contestar coherentemente una pregunta un tanto enmarañada. El abuelo solía hacer ese tipo de preguntas. Le gustaba enredar a la gente de manera tal que sus respuestas contradigan sus afirmaciones. Sin embargo su nieto todavía no había afirmado nada.
—¿Y, que me dices? Ahora te toca responder a ti—. Se cruzaron unas miras, luego otras mas. El ruido de las turbinas jets que emitían las naves se apago. Parecía como si las rutas aéreas se hubieran vaciado de golpe allá afuera.
—No se, es como que lo hago sin saber que lo estoy haciendo.
—Ahora entiendes lo que significaba caminar para mí. No puedo decir que siempre fuera así. Con una agradable compañía se convertía en un hábito muy lindo, sobre todo en la costanera y a la hora del atardecer—. Soltó una risa que escondía mas aventuras de las que revelaba.
—Ya veo— dijo el niño—, pero ¿Cómo fue que se perdió ese habito?
—De la misma manera que se pierden todos los buenos hábitos: remplazándolos por otros. Al principio la idea de no tener que subir y bajar escaleras era buena, entonces inventaron los ascensores. Pero después hasta las escaleras mas cortas terminaron siendo molestas, entonces inventaron las escaleras mecánicas. No recuerdo bien como fue que llegamos a esto. Dicen que en África hay gente que todavía camina, y la mayoría no conocen las escaleras mecánicas.
—¿Y eso es algo bueno o malo? Porque papá dice que el progreso es bueno.
—Ya veo. Dime ¿Qué significa progreso para tu padre?
—No lo se. Dice mucho esa palabra cuando se habla de maquinas y no tener que hacer alguna cosa nunca mas, que un robot lo hará por nosotros.
El abuelo río.
—Bueno. Son distintas formas de ver al progreso, pero realmente no es el mejor de todos, y no todos ellos son buenos. Gracias a un progreso llamado “combustibles fósiles” hace ya varias décadas perdimos el clima. Ahora llueve con sol y nieva en primavera, en mis tiempos eso no era así.
—Nieva casi todo el año, por eso me gusta enero.
—Si, el mes más calido. Mis Abuelos solían hablarme de sus vacaciones en las playas. Había fotos de eso, tienes que pedírselas a tu madre.
—¿Qué es una foto abuelo?
—Tu solo pídeselas a tu madre. Te gustaran.
—¡Si! Después se las pediré. Igualmente a mi me gusta veranear en la luna, sobre todo el descenso y el despegue. Es emocionante. ¿A ti no te gusta abuelo?
—No. Odio dejar la tierra, si es que a esto se le puede decir tierra…
—¿Cómo es la tierra? Papá dice que es algo asqueroso y con mal olor.
—No se como mi hija se caso con tu padre…—. Dejo salir su rencor en un solo comentario: corto y bajo.
—¿Qué dijiste abuelo?
—Nada hijo, nada. ¿Qué me preguntabas?
—Que a que se parece la tierra.
—Es algo como la harina, pero de granos más gruesos. Medio negra y de a ratos marrón oscura—. Bostezo y prosiguió pausadamente. —“No hay nada mas lindo en el mundo que el olor a tierra mojada después de la lluvia” solía decir mi padre. Cuando yo era niño todavía había lugares sin plataformas urbanas ni torres civiles. Solían llamarse espacios rurales. A veces íbamos de paso, creo, era mas chico que tu. Los recuerdos son escasos a mi edad.
La mirada del abuelo volvió a ser la misma: perdida en algún punto distante. El niño observo como agachaba la cabeza y se quedaba dormido, ya era lo hora en que le hacían efecto las píldoras.
—Los recuerdos… efímeros—, repetía entre sueños. —¿Grace? Prométeme que no serás parte del progreso—. Hablo y se durmió.
—Si abuelo, se lo diré a mamá. Adiós.

miércoles, 22 de abril de 2009


-Lo primero que se aprende en la vida es que uno es tonto. Lo último que se aprende en la vida es que se sigue siéndolo
Ray Bradbury

-Las puestas de sol son hermosas porque sólo ocurren una vez y desaparecen.
Ray Bradbury