jueves, 11 de septiembre de 2008

Augusto (1-2)

Quizá si le hubiera pregunta abría entendido mejor como eran las cosas, pero se lo veía muy apurado, muy apremiado por terminar la empresa que desde chiquito lo acongojaba. Creció de golpe, pero todo esfuerzo por hacerle cambiar de parecer fue en vano, quizá no quería, o quizá si, nunca le pregunte.

El tiempo se fue sucediendo junto con los días, los días se llevaban horas y hasta meses, y los meses se lo llevaron a el. Solo me quedo el distanciamiento y un condenado rino rosa de nombre Augusto Bonifacius. Entre la desesperación y la amargura lo crié como si fuera mío, pero así y todo nunca pude hacerlo volar. El decía no estar preparado, pero le faltaba práctica y empeño.
Un día me levante mal humorado y le dijo todo.
-¿Como puede ser que hace mas de 5 años que te tengo y ni siquiera podes planear?
-Bueno Alejo disculpame- me contesto -vos sabes que si por mi fuera ya estaría lejos de acá, con mi verdadero dueño.
Diciendo esto se hecho a llorar. No dure mucho tiempo con la farsa del dueño provisorio o adoptivo, una mañana de verano de jueves por la tarde le dije toda la verdad. Al principio fue muy duro para el, hasta que después entendió, y casi se mata. Por mucho tiempo asistió a un psicólogo y a un psiquiatra.
Nunca le perdone que se halla ido sin importarle la suerte de Augusto.

No hay comentarios: