jueves, 11 de septiembre de 2008

Augusto (2-2)

Una mañana me desperté con la luz de la luna (así le puse a mi velador) quemándome en los ojos, porque se había caído sobre mi cara mientras dormía. Entre la agitación del desayuno me encontró el almuerzo, huevos fritos, fideos, jugo, mas huevos, salsa para los fideos, mas jugo, huevos revueltos, los fideos se pasan, se callo el jugo y cuando quiero acordar... ¡tiiin tuuun!!, tocan el timbre.
La verdad fue todo un acontecimiento, no esperaba a nadie. Salí en mis paños menores a abrir la puerta, a acudir a esa llamada tan desesperada que no cesaba. Esquive un sorete, esquive el segundo, esquive el tercero, me saltie el cuarto, esquivo el quinto y piso el sexto... ¡la cocha de mi madre!¡fido hijo de puta!, me doy vuelta y piso el séptimo... (para ese entonces había estallado). Al abrir la puerta mi expresión fue de las que nunca mas voy a tener, era tal la sorpresa que no sabia como reaccionar, trate de decir algo pero para ese entonces lo único que me salio fue un pedito por la emoción, ¡¡que vergüenza!!.
-¡¡Que asco hijo de mil puta!!- Dijo. Era el, había vuelto de su viaje por el congo belga, su estadía en cualalumpur y su safari en micronesia, me di cuenta de todo eso cuando mire sus ojos (y después sus valijas llenas de calcos).
-¿Te vas a quedar ahí mirando o me vas a invitar a pasar?- Estaba decidido a entrar.
-¿No queres pasar?- Le pregunte amablemente.
Pasó y estuvimos buen tiempo hablando, de sus viajes, sus encuentros con enanitos fucsia que tiraban fuego por las orejas, los mates del destino que había tomado con la madre teresa de Calcuta y... los biscochitos agridulces que me traía de regalo.
-¿Vos estas loco? ¿Te pensas que es muy fácil esto? claro, el señor se va de viaje a la concha de su madre y cuando vuelve pretende que este todo normal, como si no hubiera pasado nada y encima te pensas arreglar todas las cosas con unos biscochitos, ¡se necesitarían... como tres paquetes para eso!
-Bueno disculpame, yo se que estuve mal, pero te estoy pidiendo perdón, aparte, lo extraño a Augusto.
-No esta más, se fue. Mientras vos disfrutabas de las bananas fritas africanas Augusto aprendió a volar, y migro con su familia, de regreso al norte. Ahora nada es lo mismo, y si pretendes quedarte mas tiempo avísame con anticipación la próxima, así arreglo yo un viaje impostergable- le dije con furia.
-Para para, no me dejes así, tirado, yo solo quiero estar bien, volver a lo que era antes- mientras lo decía dejaba ver un dejo de arrepentimiento, pero era solo un dejo.
-Las manzanas solo son manzanas, a menos que alguna mano habil la convierta en torta, o mejor aun, en compota. Por el momento las peras de mi casa solo pertenecen al que las planta, y no hay manos mas habilidosas que las propias- mis palabras no podían ser mas apropiadas.
-Disculpame- inquirió -nunca quise caminar descalzo, y mucho menos obligarte a que vos también lo hagas, simplemente pretendía llevar otro estilo de vida, quizá con algún matiz de cielo. Ahora entiendo que por mas que cocine y cocine todo me va a salir crudo, pero eso no es por la cocina, sino por el cocinero. Me voy, pero quiero que sepas que siempre habrá un quizá y un tal ves latentes dentro de nosotros que pueda llagar a limar aquellas asperezas que hoy nos traban, y que quizá la luz del nuevo amanecer tenga mas fuerza que todos los don satur del mundo- mientras me hablaba parecía tener los ojos vidriosos -os digo adiós, pero mas os digo cuidad el poniente, que las querellas de otrora ya lejano borre los malos augurios de antaño, que los pájaros os traigan la feliz y dulce melodía del perdón y la suave brisa reconciliadora.
-Adiós- irrumpí yo -os digo adiós pero más os digo: no tengáis tanta esperanza en empresas poco elocuentes. Los tiempos se agitan y no es preciso andar del ajetreo a la quietud para irrumpir de nuevo con el estruendo de la tormenta, no es sano andar pregonando de malos augurios, podéis quedar empantanado.

Sus ojos se desvanecieron junto con todo su ser, nunca mas supe de el ¿que será de Augusto? ¿Que será de el? Solo se que es difícil tapar los agujeros del alma, y mas con biscochitos. Como añoro el feliz roció de la suave lluvia mojando mi rostro. Feliz de mi, y dichoso de mis días. Que bueno es vivir.

1 comentario:

Goite dijo...

Por cosas como estan y por las que vendran se que este blog va a dejar mucha tela para cortar.

Te banco en todas alejo. y ojo con los soretes...